sábado, 13 de enero de 2007

COMIC 1

ESCALERAS

Ese día, después de clases, decidí irme hacia mi casa por el camino más largo posible. Debo aclarar que mi hogar se ubica a quince minutos de la ENAP, escuela a la cuál asisto desde hace un poco más de cuatro años.

Me fui caminando y caminando hasta que di con un edificio que me llamó mucho la atención: entré dentro de él.

En el interior se veía la escalinata y empecé a subir por ella sin detenerme; yo sabía que realmente no tenía nada que hacer allí y, sin embargo, algo dentro de mí me impulsaba a continuar subiendo.

Los escalones parecían interminables y el tiempo pasaba rápidamente. Llevaba tanto tiempo subiendo aquellas escaleras que no me percaté de que alguien más subía por ellas con intenciones de alcanzarme. Solo noté su presencia hasta que me tomó del brazo derecho y empezó a interrogarme del porqué me encontraba en ese lugar; cuando me di la vuelta para contestarle reconocí su rostro en seguida: era mi padre.

Entonces empezó a regañarme. Me dijo que no tenía nada que hacer allí, que debí haber avisado en dónde me encontraba, que ya era muy tarde y que aún no llegaba a la casa, que me podía pasar algo malo... y no le hice caso, le decía que tenía razón pero que tenía que llegar al último piso para así llegar a nuestro hogar.

No podía parar y él me venía regañando durante el trayecto. De repente, mencionó que seguramente me había ido a quién sabe qué lugar con mi novio y que era muy sospechoso que me estuviera tardando tanto para llegar a mi hogar, que mi aroma olía a cosas extrañas. En eso estábamos cuando de pronto se escucharon otros pasos. Esta vez el sonido de ellos provenía de los pisos de arriba y eran rápidos, descendentes. Cuál no fue mi sorpresa al darme cuenta de que quien bajaba de esa manera era mi novio, que se llama Christopher.

Mi padre y yo lo observamos detenidamente y nos percatamos que estaba despeinado, con un ligero rubor en las mejillas y marcas de besos en el cuello. Yo también tenía esas marcas, pero estaba segura de que ese día no estuve para nada con mi novio, ni siquiera nos habíamos hablado por teléfono ese día. Los tres nos miramos a los ojos y mi padre comenzó a enojarse aún más que al principio y comenzó a gritarnos. Aun así, volví a ignorarlo y empecé a subir de nuevo. Mientras tanto Christopher y mi padre iban detrás de mi y me preguntaban que a dónde iba tan apurada y del porqué los ignoraba:

“¿ Qué no entienden?”- les grité,- “Tengo que subir. Pronto llegaré a mi casa y no quiero saber nada más. No tengo nada más que decirles”. Ellos se enojaron y empezaron a pelearse entre sí. Solo entonces me enojé y les dije que pararan y por fin les hice caso y comencé a bajar las escaleras, para después irme por el camino de siempre, por el cuál siempre llego temprano...y desperté.